La Montaña
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La Montaña

MÁGICA Y ÚNICA

Oswaldo G. | 7 jun 2018

Amanecer en el Cerro María Lionza, Estado Yaracuy El "Cerro María Lionza" fue declarado Monumento Natural mediante el Decreto No. 234 del 18 de marzo de 1960. Se trata de un macizo montañoso donde nace el río Yaracuy, bosques vírgenes. Asiento de leyendas, cultos folclóricos y mágico-religiosos.

 

El Gobierno de Rómulo Betancourt (1958-1963), declara el 18 de marzo de 1960 al "Cerro María Lionza" como Monumento Natural, a la vez persigue y detiene a los que practican el culto: En fechas anteriores y posteriores a tal declaratoria en Gaceta Oficial, ubicamos en la prensa de circulación nacional artículos referidos a la detención de diversos “brujos” en las zonas de Acarigua-Araure, en el Estado Portuguesa, San Cristóbal en el Estado Táchira, y a otros oriundos del Estado Yaracuy. A éstos detenidos se les imputa el delito de ejercer ilegalmente la medicina, recibir dinero de gente humilde y practicar la brujería, aparte de estigmatizarlos como actores ridículos que atentan “contra las costumbres y el criterio sano” de los que allí habitan. Pollak-Eltz (1987: 67) nos informa que durante el primer mandato del Dr. Rafael Caldera (1969-1974), se persiguió a los cultistas y se destruyeron algunos santuarios en la montaña.

 

En este sentido, Bracho (1994: 85) informa sobre el cierre de la Montaña que se hizo en 1965, de acuerdo a un decreto del Gobierno Nacional en el mes de abril, debido a informes que mostraban que los que asistían a dicho sector no lo hacían con intenciones religiosas “si no a festejar hasta destruir el medio ambiente y beber alcohol -actividades prohibidas en un Parque Nacional-. Lo cual traía como consecuencia disputas violentas, a veces con saldos lamentables”. Indica Bracho, además, que luego de siete meses fue restablecido el ingreso y desde entonces la Montaña no se volvió a cerrar.

 

Luego de treinta y tres años de la declaración del “Cerro María Lionza” como Monumento Natural, es en 1993 cuando se publica en Gaceta Oficial (Nº 4525) el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del mismo, instrumento que para Ferrándiz (1999: 12) constituye una forma de reglamentar el uso de la montaña, y que establece normas que los creyentes no respetan u omiten por no mostrarse dispuestos a ajustar sus prácticas a dicha ordenanza

 

Las personas usadas por los espíritus, las llamadas "materias", tragan vidrio y escupen sangre, se perforan las mejillas con puñales sin mostrar dolor y transmiten fuerza y salud a personas echadas en el suelo, rodeadas de velas, flores, frutas y semillas.

 

Hace seis años, a Yaneida Vega le diagnosticaron un cáncer de útero que ya había afectado el colon. Devota de María Lionza, se sometió a numerosas curaciones de santería, paralelamente a su tratamiento de medicina tradicional. "Los médicos me anunciaron que debían operarme de urgencia para sacarme el útero. Al despertar de la anestesia, sólo habían extirpado un tumor porque todos los órganos habían sanado milagrosamente. Ellos no se lo explicaban pero yo sí: fue mi Reina", explica, sonriente. Desde entonces, cada año acude a Sorte, puntual a su cita con María Lionza. "Soy feliz en esta montaña. La paz aquí es grande", afirma.

 

Para los creyentes, la energía de Sorte viene de los ríos, donde todos se bañan, y de la tierra, sobre la que caminan descalzos.

 

En todos los altares, María Lionza es representada como una Virgen bella y sonriente, rodeada de flores, frutas y perfumes y acompañada siempre del cacique indio Guaicaipuro y del Negro Felipe, luchador durante las guerras de independencia de Venezuela. En eslabones inferiores, la santería mezcla libertadores, médicos, curanderos, vikingos, esclavos y hasta ladrones famosos.

 

"Ya perdí la cuenta de los años que hace que vengo. Soy la abuela de la montaña. Me he quedado muchas veces solita aquí con mi reina y los espíritus. A ella le debo todo, hasta mi curación", afirma Nerbis Probasta, una anciana que fuma su habano ante uno de los altares, mientras recuerda que antes no podía levantarse de su silla de ruedas y ahora lo consigue.

 

Antes de retirarse de la montaña, Meyra Peña se retuerce, grita y tiembla hasta recibir el espíritu de Manuela Sáenz, compañera sentimental y de batallas del Libertador Simón Bolívar. Transfigurada, la santera rocía de arroz, maíz y humo de puro a más de 30 personas alienadas en el suelo para que reciban la prosperidad. "Por encima de todo y de todos, confiamos en María Lionza", afirman los fieles.

 


        

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