A pocas horas de la
Jornada de Reflexión, cosa que me llama mucho la atención, porque
parece que el resto del tiempo no reflexionamos y, si es así,
deberíamos hacérnoslo ver por profesionales competentes. Digo, a
pocas horas de éste inefable día en que nos ponemos en modo
votador, en que sacamos del armario el disfraz de demócrata, al
menos para muchos no es más que eso, un disfraz que poco tiene que
ver con su vida personal, con sus actos, con sus pensamientos
íntimos. Y lo digo, cansado de escuchar y leer opiniones variopintas
sobre un acto democrático como el que volvemos a afrontar el
domingo. Votar es el máximo exponente al que llega nuestra maltrecha
democracia, por otra parte tan necesitada de democratizar espacios y
conciencias.
Tras más de
cuarenta años de ésta “democracia” entrecomillada y dubitativa,
estamos yendo hacia atrás en la historia, volviendo al franquismo
que nunca desterramos ni enterramos adecuadamente, vía “transición
modélica”. Cuando el modelo era callar a las voces de las
izquierdas, para que estas pudieran tomar parte en el nacimiento de
ésta “democracia”. La Justicia, cuando su balanza tiene uno de
los brazos más largos es, al menos, tramposa.
Así hemos venido
callando y consintiendo, ante la pasmosa pasividad de los líderes de
izquierda (¿?) que se han venido sucediendo a lo largo de la
historia de nuestra “democracia”. Y siempre con el temor de
despertar a la bestia parda del fascismo, que yacía latente en
muchos de los estamentos sociales y aún, entre las clases más bajas
de la sociedad.
Hoy, nos vemos en la
necesidad de volver a gritar bajo las estrellas y a pleno sol, o bajo
la lluvia; lo injusto que es permitir a un partido de corte
descaradamente fascista, presentarse a las elecciones. Lo injusto que
es que tengamos que escuchar y ver en los medios informativos y las
Redes Sociales, las consignas retrógradas de los ideólogos de ésta
formación. Pero no podemos engañarnos más tiempo; lo hemos venido
normalizando a lo largo de todo el devenir de nuestra “democracia”,
nacida al albor de la dictadura y con el beneplácito de sus más
ilustres cabestros. Normalizar una Alianza Popular, que recogía a
todas las escorias del pasado franquismo, ya fue una concesión
brutal para una democracia; consentir que ostentara el poder, votado
por una mayoría de la población; nos pone cara a cara, con los del
Cara al Sol. Así nos quememos los iris de los ojos y hasta las
pestañas. Había que callar, porque en las mismas elecciones se
presentaban el PSOE, el PSP y el PC; todos ellos muy modositos, como
para que no se sintiera nadie incómodo. Poco, muy poco, tardaría el
PSOE en deglutir al PSP y menos, en renegar de su ideología
socialista, para convertirse en el alter ego de un PP (la otra
personalidad de AP), con la que ha venido intercambiando cromos y
legislaturas hasta el presente. Ahora ya el antiguo PSOE, ha
desaparecido de la escena; su pasado socialista, se ha quedado en
pasado y gran parte lo ha recogido Podemos, mal que les pese a la
caricatura del Psoe que hoy se nos presenta como garantía de
gobierno; garantía para quién? Desde luego, no para la gran mayoría
de los currantes de éste país, si acaso, para las grandes
corporaciones, que les dictan las maneras de hacer política y con
quien coaligarse. Probablemente, tras los recuentos de éstas
elecciones, nos encontremos con la coalición más terrible y que
mejor evidencia los cauces por los que discurren sus protagonistas;
es decir, Ppsoe, por amalgama de siglas, aunque a uno de ellos le
sobra lo de “popular” y al otro le sobra el “socialista” y el
“obrero”. Como podemos observar un retorcimiento de los
principios éticos que deberían asombrar a sus votantes y, al menos,
poner en tela de juicio los principios democráticos en que nos
introducen.
Para colmo de males,
han sacado a la bestia infame de su antro, para asustar a quienes
quieran defender ideales de progreso y animar a los neandertales que
abundan en éste terruño entrañable de la piel de toro. Todos los
medios se han volcado en dar cédula de identidad a un partido
surgido de la noche de los tiempos con la aquiescencia de una
monarquía parlamentaria y una judicatura que obra según la misma
ideología. Todo un triunfo para la democracia.
Ya empiezan a asomar
la patita, por si alguno se encontraba despistado tras los colores
ondeantes la bandera y su pollo. La asoman para insultar, para
enardecer a una parte de España (la cateta, o con muy mala leche),
contra la otra parte de España (la de la cultura y la tolerancia).
La asoman también para decirnos que lo privado es mejor que lo
público, que las pensiones se las tiene que pagar cada cual, que la
violencia es violencia y lo del género es un invento, que el cambio
climático es otro invento, que los emigrantes nos roban y matan, que
lo natural es ser macho o hembra y “lo otro”, una enfermedad…
Estamos en 2019,
acabando el año y me chirrían todos los resortes mentales, para
tratar de asimilar que alguien pueda creer aún estas patrañas. Sin
embargo, todas las encuestas nos preparan para un escenario en el que
les vamos a tener arriba, muy alto, Arriba España!...y abajo?…Los
españoles, esos que como tú y como yo, tenemos que ganarnos lo que
nos comemos, día a día; los que hemos recibido una Educación en
una escuela Pública, los que hemos acudido a una Sanidad Pública,
los que hemos cotizado por unas pensiones públicas, los que
convivimos con emigrantes sin problemas de ningún tipo, los que
tenemos hermanos o familiares o amigos gays, lesbianas,
transexuales...Qué estamos haciendo? Por qué consentimos éste
retroceso?
No he visto nunca a
ningún partido de derechas luchar por las mayorías sociales, en la
manifestación del 30 de Octubre por el Mar Menor en Cartagena,
tuvieron la poca vergüenza de presentarse los políticos del PP
regional, cuando son máximos culpables de la situación de éste
Mar. El cinismo del que hacen gala nuestros políticos es por nuestra
inacción, o, más bien por la vuestra. Así, no es de extrañar, que
en estas o las siguientes elecciones, volvamos a votar por una
dictadura, sólo entonces valoraremos la democracia que nunca
tuvimos.
Y si, la Manga estará verde, el Mar Menor, muerto y nuestras esperanzas de futuro como raza humana, estarán tocando a su fin.
Cuando los políticos no trabajan, nos toca trabajar a la ciudadanía.
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