Conclusiones

En conclusión, la rueda de la que los países latinoamericanos no pueden salir, la rueda de las importaciones hacia Latinoamérica de productos refinados provenientes de Europa o Estados Unidos a precios mucho más altos que, a veces, logran valer 3 veces más que la materia prima, materia que nosotros exportamos. Se ha vuelto, mejor dicho siempre ha sido un círculo vicioso que es casi imposible de romper, debido al dominio y poder de las potencias en los mercados internacionales. En cuestiones de comida, materiales, minerales, recursos e incluso mano de obra ellos necesitan de nosotros sin embargo, nosotros dependemos económicamente aún más de ellos lo que provoca, penosamente, que estemos literalmente a merced de aquellos que explotaron nuestras tierras y a nuestra gente.

Los recursos naturales que se encontraban, y se encuentran, en América Latina provoco que las grandes potencias europeas exploten dichos recursos. Esto acarreó que las potencias europeas se vuelvan más ricas mientras que los países latinoamericanos, irónicamente, se vuelvan más pobres a pesar de la riqueza innata de sus tierras y este es el trasfondo, en mi opinión, de la cual el autor partió para la siguiente frase: “nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos”.

El intervencionismo extranjero sobre Latinoamérica por parte de Europa, siglos atrás, y, actualmente, por parte de Estados Unidos ha provocado que los países latinos pierdan esa independencia que, en teoría, cada país debe o debería tener. Este intervencionismo se manifiesta por medio del control de los mercados internacionales y también por el control político y social que tanto Estados Unidos y Europa tienen sobre los diferentes países latinoamericanos.

Los recursos de América Latina se convertirían en un cuchillo de doble filo, debido a que no solo provocaban que las economías europeas crecieran en mayor cantidad en comparación con las latinoamericanas, sino que también la explotación de dichos recursos estaba provocando desgaste de los suelos, contaminación, creación de monocultivos y sobrepastoreo, factores ambientales que tarde o temprano nos pasaran factura a las nuevas o futuras generaciones.

Los habitantes de las tierras latinoamericanas siempre han sido las víctimas, han sido los maltratados, explotados condenados y fusilados por parte de los victimarios, personas ajenas a este territorio fértil que con mentiras y disfraces justifican con justa razón, según ellos, la obligación y la necesidad de explotar no solo la tierra sino también a quienes trabajan en ellas calificándolos de seres inferiores que, incluso, no deberían ser considerados personas sino animales.