Reseña: Parte final del Último Tren a Zúrich
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Reseña: Parte final del Último Tren a Zúrich

En esta reseña nuestro escritor Santiago Melo Muñoz, nos expresa y nos habla acerca de la segunda mitad del libro "El Último Tren a Zúrich"; pues nos cuenta en detalle el como se desarrolla esta parte de la obra, basándose y estructurando dicha argumentación con impresiones y emociones del final del texto, con nombres propios escenas y escenarios.

Santiago Melo Muñoz | 6 nov 2020


 

Eric y su novia Rose conocen a la famosa y tan mencionada en las obras de Lebendig, Tanya. Con especial simpatía Rose y Tanya entablan varias conversaciones e incluso Eric realiza un retrato a borrador de Tanya. Días después se comprometen a salir a caminar los cuatro juntos, por el Praet y las calles de Viena. En esa misma salida, comen, disfrutan, al igual que un fotógrafo les toma una foto; una foto que retrataría los últimos momentos felices de la pareja literaria; Karl y Tanya.

Pues días más tarde aparece un nuevo personaje, Ludwig Lehar. Un día reunidos los tres en el apartamento de Lebendig, se anunciaba la llegada de Heinrich Himmler. Eric y Ludwig intentaron convencer a Lebendig de que saliera del país antes de la llegada de Hitler y de la militarización en Viena, pero todas esas peticiones fueron en vano, ya que Lebendig estaba decidido en quedarse.

Al otro día Eric tomo camino para volver de nuevo al apartamento de Lebendig para hablar con él, pero durante el trayecto no sintió más que incomodidad atravesando las calles llenas de personas abarrotadas recibiendo al Himmler, gritando “Heil”, mientras alzaban las manos al cielo. Finalmente Eric alcanzó el apartamento y se encontró con otro par de camisas pardas que ayudaban a la familia del portero a pasarse a un apartamento de arriba; ya que él le había informado a los mismas camisas pardas que en dicho apartamento vivía una familia judía. Eric paso desapercibido rápidamente y se adentró en el apartamento de Karl en donde se encontró con otro hombre desconocido que le estaba comprando la mayoría de los libros de su casa a Lebendig al igual que la colección de firmas que poseía. Después de que aquel hombre hubiera abandonado el apartamento, Eric empezó a reclamarle a Karl acerca de que era lo que estaba haciendo y que pensara antes de entregarle todas esas cosas que le había quedado en vender a ese hombre. Y le volvió a preguntar que si estaba seguro que se iba a quedar en Viena, a lo que Lebendig respondió con un rotundo, “no pienso irme de la ciudad”.

Sin embargo con todo lo que estaba aconteciendo Eric no dejo de asistir a la escuela de Bellas Artes, mientras Viena se normalizaba un poco después de la llegada del Himmler. Y en ese momento fue que reapareció Sepp, entrando con otros camisas pardas a la escuela, entró al salón de Eric y Rose, imponente, con un aspecto más musculoso y le entrego a Eric un folleto con información acerca de los nazis y las “razones” de su actuar, gritando al salir de forma gruesa y alta “Heil Hitler”. Rose igualmente le pronunció a Eric, de cómo despreciaba esa actitud de Sepp; pero Eric conservo silencio. Al final del día como en la normalidad Eric salió junto a Rose y luego de acompañarla hasta su casa, empezó a leer el folleto con más detalle, encontrando sacrificios humanos por parte de los judíos y muchas otras cosas que eran mentiras en todo el sentido de la palabra; así que empezó en su interior a formularse una duda de si los nazis en realidad tenían razón; por lo que no aguanto y decidió visitar a Karl para contarle todo lo que “hacían” los judíos según el folleto que le había entregado Sepp. En el momento en el que llego al apartamento empezó a hablar desesperadamente con Karl y a expresarle lo que había leído; a lo que Lebendig escucho con total atención y saco varios libros que tenía en sus estanterías con promulgaciones de varios papas expresando acerca de las costumbres judías, al igual de explicarle ciertas acciones de Jesús y demás menciones y hechos históricos, convenciendo a Eric de lo equivocados que estaban los Nazi.

Luego de su discusión religiosa por así decirlo, Karl le pidió ayuda a Eric para deshacerse de unos papeles, a lo que Eric asintió y comenzaron con su tarea. Entonces Eric era el encargado de quemar todos los papeles que Karl le pasaba, hasta que llegó un momento en el que a Eric se le cayó un papel, el cual era la foto de los cuatro, Karl, Tanya, Rose y Eric, en la última salida que hicieron. Por lo que Eric le mostro la foto a Karl y le pregunto el porqué estaba quemando todos los recuerdos de su vida; y le pregunto entonces si él podría conservar dichas fotos a lo que Lebendig asintió. Luego Eric volvió y le pregunto que si era cierto que Lebendig se iba de Viena; a lo que Lebendig le volvió a decir que no; pero Eric con preocupación más que nada empezó a convencerlo de nuevo para que se marchase del país debido a que si los naciosocialistas lo encontraban lo iban a matar. Pero Lebendig de nuevo le dijo que no, pero Eric ya con desesperación empezó a gritarle que por qué no se iba y salvaba su vida; a lo que Karl no aguantó y más y le explico que había algo más importante, Tanya se estaba muriendo.

Eric intento hablar varias veces pero no fue capaz, pero Lebendig con firmeza le expreso que su única intención era quedarse para cuidar de su amada y luego le dijo a Eric que esperara. Al momento volvió y alargo su mano para entregarle a Eric dos boletos de tren a Zúrich y le explico que esos boletos eran para él y Tanya pero debido a la situación se tenían que quedar y que esos dos boletos eran para Eric y para Rose. Pero Eric se negaba a dejar solo a su amigo en Viena, pero Lebendig le explico que si no lo hacían acabarían con él, por ser diferente, por destacar así no le gustara ni le interesara la política, finalmente Eric asintió y se despidió de Karl para siempre, quien le dijo “Ve con Dios, Eric, ve con Dios”.

Eric abandonó la casa inundado en un mar de sensaciones confusas y dolorosas y regreso vagamente a la pensión en donde Frau Schneider le recibió diciéndole que unos camisas pardas habían venido a buscarle, a lo que Eric le dijo que se tenía que ir de viaje, por lo que entro a su cuarto rápido eligió varias prendas de ropa pero en su equipaje resaltaban más bien todas sus piezas artísticas, dibujos, bocetos, lápices entre otras cosas. En la madrugada abandonó la pensión, y se dirigió a la casa de Rose, pero como ya era tarde, no era posible tocar la puerta, así que rápidamente se dispuso a escribir una nota, en pocos renglones le expresó que él deseaba que ella lo acompañara a Zúrich y que la esperaba para tomar el último tren que saldría en la noche siguiente. Y Eric le entregó dicha nota al portero para que se la entregara a Rose en la mañana, dejándole obviamente una muy buena propina.

Luego Eric se encontraba en el andén al lado del tren andando y desandando para ver si Rose llegaba y preguntándose si el portero si le habría entregado la nota que él le había escrito. Finalmente Eric alcanzo a ver un rostro conocido, pero no era el de Rose precisamente, era Ludwig que corría desesperadamente con un papel en la mano. Al encuentro con Eric, Ludwig le dijo que Rose no se iba a presentar y le dijo que se montara al tren rápido que solo le quedaban 5 minutos, pero Eric con impotencia le dijo que no y que si Rose no iba él se quedaba; pero Ludwig le entrego una carta de Rose en la que le decía la razón por la cual no lo había acompañado. De repente alzaron la mirada y localizaron a Sepp junto con otro par de camisas pardas que arrancaron a correr. Así que Ludwig empujo al muchacho quien tropezó con la bolsa en la que llevaba todas sus cosas y cayó dentro del vagón, el cual se cerró mientras el tren arrancaba.

Mientras tanto Ludwig se quedaba deteniendo a los camisas pardas, sobre todo haciendo enfadar a Sepp hablando de Rose y Eric y que era un perdedor, pues en resumen corrió lo que más pudo pero los camisas pardas lo detuvieron y lo golpearon brutalmente.

Luego en Zúrich Eric continuo con su vida, pintaba retratos y trabajaba, pues el amigo de Lebendig que lo recibió le otorgo un trabajo que no era para nada el mejor pero que más que eso para su propio beneficio económico, igualmente estuvo tentado de escribirle a Rose, pero vencía esa tentación siempre recordando que la carta podría ser interceptada y que a Rose la acusaran de ser cómplice de Eric.

Además luego de varios meses alguien toca la puerta de Eric, sorpresivamente era Ludwig, quien estaba más delgado de lo normal y no tenía para nada un buen aspecto. Se sentó y comenzó a contarle a Eric que había pasado durante esos meses desde su partida a Zúrich. Entonces Ludwig comienza a explicarle que luego de su partida y de la golpiza que le propiciaron los camisas parda, termino preso en un campo de concentración, el campo de concentración de Mauthausen, allí explica que todo era horrible, estaban todos los presos obligados a realizar y a cumplir con trabajos forzosos, teniendo en cuenta que los alimentaban pesimamente y no tenían el descanso adecuado, pues debían irse a dormir tarde en la noche y despertarse a trabajar antes de que el sol asomara; contó varias experiencias y luego expresó que un día un viejo que debía cargar una piedra muy pesada no fue capaz y esta se le cayó al suelo, en ese momento nadie le ayudo, porque el preso que le ayudara seria castigado; sin embargo ese día había llegado una nueva “tanda” de presos y un hombre de los nuevos, le ayudo al viejo a levantarse mientras todos miraban atónitos, era el propio Karl Lebendig.

Asimismo Ludwig continuo expresando muchas más vivencias dentro del campo de concentración, explicando detalladamente como Karl nunca cedió ante los Nazis y siempre se mantuvo firme a pesar de las circunstancias, finalmente llegó un día en el que Karl fue a interrogatorio con los dedos y las manos totalmente quebradas y destruidas, esto para que dejara de escribir. En el interrogatorio Karl entró y se mantuvo firme siempre, pero lo extraño es que había un mono a quien se le dio la indicación de matar a Karl. El mono obediente se paró justo enfrente del escritor y en vez de atacarlo le dio un abrazo fuerte, mientras los soldados Nazi gritaban y le seguían ordenando que lo matara. El mono se mantuvo con Karl casi que protegiéndolo de cualquier adversidad y mostrándole su compasión, aunque llegó el momento en el que el general sacó su arma y con un tiro preciso mató al mono.

Luego de dicha escena tan trágica Karl repite una frase que resumen estos actos “Es impresionante, un mono es más humano que ustedes”; sin ningún tipo de temor a pesar del arma que tenía apuntándole. Al final el general bajó el arma y ordeno que llevaran a Karl a su cuarto.

Al día siguiente Karl apareció muerte en la horca, simulando un suicidio; sin embargo Ludwig en la noche presenció como 4 soldados se lo llevaban arrastrado para matarlo. Ludwig fue liberado al día siguiente sin ninguna razón a la vista.

Cuando Ludwig termina de relatarle la historia a Eric, se escucha un silencio triste y melancólico, el cual Eric rompe con un “será mejor que te vayas Ludwig, tengo muchas cosas que hacer”. Se despiden de un abrazo fuerte y un “tenemos que volver a hablar Ludwig”.

Finalmente Eric rompe en un llanto después de enterarse de la muerte de su amigo, pero superando el momento piensa que un día Hitler se irá, su país volvería a la libertad, se reencontraría con Rose y con una esperanza que llenaba su pecho recordó y deseo que todo eso sucedería y, cuando así fuera, el último tren a Zúrich habría alcanzado el destino que quiso darle un escritor enamorado que se llamaba Karl Lebendig.  

el ultimo tren a zurich - Iberlibro

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