COLUMNA ANÓNIMA

Hoy tengo razones para escribir una vez más, y para comenzar este escrito, se me ocurrió iniciar con la historia de una pistola muda, desde que llegó al mundo siempre fue muda, y muchas veces lloró inconsolablemente al ver a los demás siendo “normales”, intentó de todo para poder solucionar su problema, fue al doctor escopeta, un experto en su problema, consultó a un viejo cañón vecino suyo, que vivía ya olvidado en un cuarto de un cuartel; fue a un viejo chaman, una flecha indígena de principios del milenio pasado; pero ninguno daba con una respuesta, un día se sentó a llorar en una banca de un parque, y de repente se acercó una paloma, blanca como la espuma del mar, y le preguntó ¿por qué lloras?, la pistola tomó una hoja y escribió –soy una pistola muda, no tengo manera de hacerme oír, y estoy cansada que todos mis amigos se hagan sentir, y yo sea ignorada por ser muda- la paloma soltó a reír, y le dijo “pistolita, ojalá todas las armas del mundo tuvieran la misma cualidad que tú, si todas fueran así, serian menos voces de lamento, y más voces de alegría, menos familias llorando y más abrazándose, menos sueños truncados y más sueños cumplidos, menos odios y más hermandad”.

Es triste pensar que esta historia es un cuento, pero la de familias enteras que un día fueron alcanzadas por el sonido estruendoso del odio, la discordia, la venganza, no lo es.

Que ironía, y se ha vuelto tan normal, tan el pan de cada día, que la tierra se baña con sangre hermana, pero se quedan anónimos, sin nombre, siendo solo un número más, un cifra estadística.

Si, que diferente seria el país, si no hubiéramos perdido hijos ilustres como Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara, Jaime Garzón, Jaime Pardo; pero ¿Qué hay de aquellos hijos de la patria que no escuchamos, de esos alcanzados por la muerte, que se disfrazó de ideología, de color o de partido político?

Esta seguirá siendo una columna anónima, quizás siga pasando desapercibida, pero sigo creyendo que Colombia puede ser diferente, que dejemos a un lado todo rencor, resentimiento, envidia, que entendamos como dice nuestro himno “las Palabras del Que murió en la cruz”